jueves, 21 de octubre de 2021

🪦 𝔐𝔯 𝔑𝔬𝔟𝔬𝔡𝔶 ⚰️ Prologo.


 PROLOGO.


Era sábado por la mañana, era... Un día especial. Hoy las campanas de la iglesia se escuchaban por toda avenida, los panaderos y banqueteros se apresuraban a terminar los preparativos, y frente a todo el mar de cabezas que murmuraba ansiosos de aquí allá lo maravillosa que sería la recepción y ceremonia, me encontraba yo. Porque hoy debía adornar la iglesia para dejar ir al amor de mi vida... Con mi hermana...

Los repiques ceremoniales de la catedral, uno a uno comenzaron a drenar mi energía y adormecer mi perpetua sonrisa. Y entonces sucedió. Las campanas dejaron de sonar, era nuestro momen... Era su momento...


Cuidando que no faltará ningún preparativo para la recepción, salí del comedor y caminé a la habitación que correspondía a la novia en el club sabíamos rentado, mi trabajo era estar con ella, debía estar con ella en el mejor día de su vida. Así que respirando hondo y con una resolución renovada, tomé el pomo de la puerta y despacio entré. 

Adentro estaban las damas de honor empeñadas en acomodar el velo sobre el tocado, sin embargo, al verme entrar entendieron que su trabajo ahí había concluido, por lo que apresuradas tomaron sus cosas y se pasaron a la habitación contigua para comenzar a prepararse ellas 

En la habitación en silencio, y y en la calma estar solos los dos, Susan y miro a través del espejo de un tocador, y como pequeña que se pierden en supermercado y encuentra a su mamá, dejó de maquillarse, los sus broches y todo lo que tuvieras la mano y se apresuró a levantarse para abalanzarse sobre mí. 


Me dio el abrazo más largo de toda mi vida y yo tomándola por la cintura la levanté, la amaba, no me importaba con quién se casaba o qué tanto daño me haría, siempre iba a amar a mi pequeña hermana.

Su precioso vestido voló por la habitación mientras ambos dábamos vueltas, y en segundos comenzamos a reír y yo olvidé miserable que mi corazón me hacía sentir.


Solo la baje para tomarla por los brazos con suavidad y acariciarla de arriba abajo, mirándole a los ojos con genuino ternura 


—Yo... No sé qué es lo que estoy haciendo... Estás demasiado para procesar, Andrew yo...— La callé con un dedo sobre los labios, no necesitaba escuchar excusas, subieron arbios a que debía de estar con el día de su boda... Y también sabía la repugnante verdad que estaba apunto de decirme...

—No cariño, hoy no vas a controlar nada, de eso me encargaré yo, estoy es tu día, y quiero que la disfrutes como el mejor de toda tu vida— Le sonreí tomando su mentón para que me mirará a los ojos —Y quiero que olvides...— A la mitad me trabé, tomando todas las fuerzas que me quedaba para tragarme el nudo en la garganta, no me podía quebrar ahí, frente a ella. —Que olvides estos 6 meses— 

El semblante de Susan cambió, y ella con sus suaves manos tuvo mis mejillas y me sonrío consoladora como siempre.

 —Oh Andrew... No puedo imaginar lo que estás sintiendo ahora... Pero yo sé que la vida te tiene algo mucho mejor a ti que a mí, y te va a dar más felicidad pero que yo pueda llegar a tener, yo lo sé— Me besó la punta de la nariz, pero fue cuando nos interrumpiera llamando la puerta, ya había comenzado la ceremonia y Susan debía estar en la iglesia. 

Tomé los alfileres y en silencio me dediqué a acomodarle el vestido debidamente. Sólo me bastaron minutos para terminar el trabajo, y con fascinación mire la obra de arte que era mi hermana... Yo no podía culparlo a él... Simplemente era imposible no enamorarse de ella...


Las damas de honor se la llevan entre sonrisas, risas y bromas te lo bien que se la pasaría en una vida de casada y yo me quedé en la habitación con la excusa de arreglar los últimos detalles. Pero no era más que una excusa, necesitaba estar solo, necesitas escuchar los gritos de mis pensamientos rogando que detuviera la boda y gritara mis sentimientos en aquella iglesia.

En silencio caminé al sofá de la habitación, en penumbra y con la mirada en el vacío me senté. Hoy cambiaba la vida de tres personas, la vida de una pareja feliz la de un miserable que se enamoró de quien no debía.

Y aunque la miseria me arrastraba como una ola furiosa y violenta, tenía que ir, tenía que ir porque era mi hermana quien se casaba y no otra persona. ¿Cómo podía perderme su día? Aún después de todo lo que ocurrió tenía que estar para ella.


Con lentitud y pesadez en el corazón salí de esa habitación hacia la recepción, portando sonrisas y saludando a todos. Más mi corazón se sintió apretado al ver esa pareja feliz, sonreían, carcajeaban y se llenaban de amor. Y yo, yo solo estaba ahí, estático en una esquina deseando ser yo quien lo besara, quien lo mirara, quien fuera dueño de esa mirada brillante y dulce.

Inmediatamente aparte esos pensamientos y desvíe la mirada. No podía, me negaba a arruinarle la vida. Por lo que solo me senté en la fila correspondiente a mirarlos. A mirar como el hombre que amaba se casaba con alguien que no era yo.


La boda continuó, su amor era palpable en el aire... Y sin darme cuenta ya solo faltaba que ambos aceptarán. Él giró su rostro y miró todos los presentes y me sentí esperanzado, quizás... Quizás había una oportunidad, mi hermana me perdonaría, lo haría. Sin embargo, su mirada volvió a mi hermana y la aceptó con el corazón. 

Y ahí fué cuando mis lágrimas empezaron a sentir, quise gritar y parar todo, revelar que era el amor de mi vida y que cada día soñaba con él, que deseaba besarlo y fundirme en su abrazo, que si tenía que morir que fácilmente podría morirme de sus brazos... pero no pude. No sé si fué porque no debía o porque estaba tan paralizado que mi cuerpo no respondía. Pero no pude...

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Cuando los sacramentos fueron entregados, los lazos fueron acomodados y lo anillos jurados en un amor eterno sellado por un beso, los invitados se levantaron y aplaudieron todos con una sonrisa de emoción, señoras llorando, hombres chiflando y yo ahí, sentado aún en la butaca con lágrimas en las mejillas.

Una anciana a mi costado me tendió un pañuelo enternecida, pensando que mi lágrimas eran de emoción y no de la verdadera miseria que las causó, y yo con una sonrisa rosa lo acepte. Los novios tomados de la mano comenzaron su caminata en dirección a la salida con lo invitados haciéndoles sombra detrás.

Todos salieron menos yo, yo que me quedé tomando mi pecho con la angustia de colapsar ahí mismo. Presionando el pañuelo contra mi boca reprimiendo los sollozos.

Las damas de honor gritaban y agitaban sus ramos en la entrada, desde mi lugar las podía escuchar, por lo que, no dispuesto a dar un espectáculo ahí, me puse en pie silenciosamente y caminé despacio hacía la salida trasera, no me podía volver a cruzar con ellos, no debía, no teniendo el impulso de romper algo que no se podría arreglar.


Pasaron entre hora y hora y media para que llegaran a la recepción, dónde yo ya limpio, y distraído por el estrés de dirigir al personal del banquete

Por lo que vestido con un pantalón de vestir y simple camisa blanca me pasé a la puerta para recibirlos y junto al personal indicar los lugares. Necesitaba trabajar en esto, necesitaba ocupar mi mente.

Todo era perfecto, todos eran perfectos, todos hacían lo que debían hacer, todos menos yo... ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Cuál sonrisa se supone que debería poner? ¿Cuántos ajustes de mano debía dar para lucir bien? ¿Cuántas miradas debía darle para que pensara que estaba bien? 

Rezando porque la recepción fuera perfecta, me dirigí a la mesa de la novia cuando todos los invitados estuvieron ya sentados. Ella lucía preciosa, y él... No sabría describir como hiperventile mientras me acercaba a su mesa, mientras lo veía bromear con sus amigos sosteniendo la mano de mi hermana, sonriendo como si todo estuviera bien, como si nada hubiera pasado, como si yo nunca hubiera pasado... 

—¡Oh Andrew cariño!— Susan se levantó de su lugar cuando me vio acercarme, todos en la mesa guardaron silencio, igual te tendría que darme demasiado tiempo

—Buenas tardes— Saludé con educación al resto de invitados, mostrando una sonrisa amable y cariñosa... Nada más alejado de la realidad... —Susan, vamos a comenzar con el banquete.— La tomé de la cintura cuando estuvo junto a mí, y ella con una sonrisa de ilusión, el rostro iluminado y las mejillas sonrosadas volteó a ver a Matthew 

—Mi amor, ven vamos a dar un discurso para que el banquete comience— Susan se comenzó a tomar el vestido con las manos para poder caminar a la pista, Mattew simplemente se quedó sentado, mirándome sin mirar, pero un segundo llamado de mi hermana fue suficiente para llamar su atención y que se levantará de su sitio y correr a tomarle la mano. 


Este día estaba comenzando hacer demasiado para mí. Me tomé el respaldo de una de las sillas y con atención escuché 

—Agradecemos a todos los invitados por haber venido a nuestra mañana-noche de bodas— Quién llevaba el micrófono era Susan y entre risotadas miraba a los invitados —Solo quiero decirles que disfruten esta noche, si traen regalo se lo entregan a Andrew— Otra risotada y levantó la mano en mi dirección. Yo simplemente sonreí y salud con timidez e incomodidad. 

Un par de palabras más, inútiles para recordar, dieron comienzo al banquete. Dónde se Susan y Matthew regresaron a su sitio y comenzó mi trabajo. No quise volver a voltear esa mesa, sólo giré sobre mis talones y corría la cocina.

La comida se comenzó a servir con éxito.

La velada transcurrió, el primer, segundo y tercer tiempo se sirvieron y ahora la música llenaba el espacio, los invitados se había levantado bailar aunque algunos permanecían en sus sitios así no cualquier cosa o simplemente platicando. Llevaba aproximadamente una hora o hora y media que yo había salido de mi escondite en la cocina y ahora estaba frente a la pista de baile, se suponía que tenía que coordinar el sonido para el comienzo del vals, eran aproximadamente las 8:00 de la noche y sin lugar a dudas mi elección de decoración fue la mejor ja! Porque las rosas blancas nunca se pudieron haber visto mejor, resultando preciosas al lado del rostro iluminado de mi hermana y anda el en el centro de ésa estúpida pista.


Chasquee los dedos en dirección al DJ, era hora del comienzo del vals, y yo con un vaso de jugo de arándano con un poco de licor, me comenzaba a impacientar para poder llegar de regreso a mi departamento y refugiarme ahí para toda la eternidad... Pero algo llevó toda la mierda... Algo me quebró, pesar de haber pasado toda la velada reprimiéndome 

Fue esa canción, esa banda sonora que es imposible que yo confunda... Imposible que nosotros confundamos... Esa era nuestra canción


¡Santa mierda ésa era nuestra maldita canción! ¡¿Pues yo usarla como vals?! ¡¿Cómo se atrevía siquiera volver a escucharla?! 

Mi mano inconscientemente comenzó a presionar demasiado el vaso, el cristal se reventó entre mis miedos y no noté cuando el líquido mojo mis zapatos, así como mis lágrimas mis mejillas, y ese horrible dolor volvió embriagar mi estómago y esta vez no me pude contener, ahí frente a la pista de espaldas al DJ, ellos comenzaron a bailar y yo comencé a llorar, ya no me importaba los invitados, no me importaba arruinar la velada, sólo me importaba mi corazón roto y ese estúpido vals en el centro de ese estúpido pista con esa estúpida canción...

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Link de la canción en caso de quererla escuchar. 
Derechos a quien le corresponda, unicamente se adjunta por apoyo para la lectura.

https://www.youtube.com/watch?v=EcfEajB2F8s&list=RDEcfEajB2F8s&start_radio=1 

Nombre de la canción: I hear a Symphony
Autor o interprete: Cody Fry

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La iluminación bajo, las velas alrededor fueron prendidas y el ambiente se convirtió en un sueño romántico, yo lo había pedido así. Pero a pesar de haber pensado que todo estaría bien no aguanté así que salí a patio trasero, dónde no tuviera que ver sus felices rostros, gracias al infierno todos estaban adentro viendo el vals, por lo que cerré detrás de mí y escupí el gemido de dolor que luchaba por salir de ser la iglesia, me recargue de espaldas a la puerta pero no funcionó, la música llenaba mis oídos y era lo único que pensaba, mi mente se llenaba de dolorosos recuerdos preciosos y dolorosos recuerdos, mis mejillas estaban empapadas y me dio media vuelta contra el muro y recargue la frente intentando relajarme, tan sólo faltaban unas horas y me podría ir escapar de ahí era lo único que quería.

La música dentro cambió, si ya abrieron el vals, estaba libre la pista para cualquier baile que los invitados quisieran disfrutar, en cualquier momento saldrían para disfrutar de la piscina y yo debía calmarme, me incorpore y con las manos temblando sobre mis mejillas, las seque


Pretendía girarme para caminar hacía la cerca a fumar para relajarme, pero una voz me detuvo

—Nunca voy a entender a los que lloran en una boda, se supone que debería haber sonrisas y no mejillas mojadas— 

¿Pero qué mierda?... ¿Alguien me había visto? Con el entrecejo fruncido y los hombros tensos al sentirme desnudo frente a un completo desconocido, giré sobre mis talones 

—¿Disculpa?— Las palabras se escupieron con más agresividad de lo planeado 

—Si, ya sabes, escuchas que comienza el vals y por alguna razón se te salen las lágrimas...— Lo interrumpí repentinamente 

—¡¿De qué mierda estás hablando?!— 

—De lo que acabo de ver, y puedo notar que...—

—¡¿Y a ti en qué te afecta?! Métete en tus propios asuntos—

¿Quién carajo era él?

—Claro...— Escuché que soltó una sonrisa divertido mientras hacía un mojin extraño con las mejillas —Empecé mal... Olvida lo que te dije, me llamo...— 

—Me importa una mierda cómo te llames— Con ira y vergüenza terminé de limpiar mis mejillas y me apresuré a entrar de nuevo, cualquier cosa sería mejor que estar con un imbécil entrometido que me pusiera en un predicamento con sus preguntas estúpidas 


—Oye... ¡Oye espera!— Sentí al tarado acercarse para tomarme de la muñeca cuando ya iba pasando el umbral de la puerta. Levanté la mirada para encararlo y descubrí que de nada lo conocía, de echo, en mi vida lo había visto

—¡Suéltame!— Tiré de mi mano y me alejé de el, no miré al resto de los invitados, solo subí las escaleras en dirección a los dormitorios, después de todo mis servicios ya no eran requeridos, únicamente quedaba el pastel y eso lo podían hacer ellos solos. 


Sorbiendo mi nariz que había quedado floja por el llanto y tomando maleta, salí por la puerta trasera, no necesitaba encontrarme con las damas de honor o Mattew, ni mucho menos con Susan.


—Señor, esperemos haya quedado satisfecho con nuestros servicios— En el parkeado, me despidió el gerente, estrechando mi mano pues yo había echo el contrato con el club. Acepté con una sonrisa lo más genuina posible y agradecí igual.

—La velada fue fantástica, me retiro, el cansancio me comienza a cobrar factura— Bromeé y creyéndome completamente el gerente me dió el paso a encontrar mi auto.


Estando ya dentro del auto, después de meter todo en la cajuela, me puse en marcha, entre las luces de la ciudad iluminando cerré los ojos suspirando aliviado, solté todo el aire que necesitaba sacar y pisé el acelerador.


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