Día nuevo! Sentimientos nuevos y un peso del que ya me había librado la noche anterior, después de todo, lo que sentía ya no importa ahora, ya no tengo ninguna voz en el asunto.
Por lo que, como cada domingo hacía, me levanté y dejé las llaves del auto en el cenicero de la entrada, hacía buen clima, cuando es domingo por la mañana con solecito arriba me encantaba caminar sintiendo aún el rocío del amanecer... Y me faltaba huevo para el desayuno, para éso no necesitaba usar el auto.
Cerré la puerta del departamento detrás de mí, y al ser una dependencia sin pasillos interiores, únicamente con dos torres mirándose una contra la otra, separada por dos escaleras metálicas que daban directo con el portero, bajé y saludé al guardia en turno con una sonrisa. Debo admitir que después de llegar anoche y llorar hasta perder el conocimiento, ahora me siento más... Ligero, como si hubiera soltado algo que llevaba arrastrando desde hace meses.
Pero aún con toda la ligereza que sentía, no podía evitar pensar en qué estarían haciendo en su luna de miel, ni siquiera me despedí adecuadamente anoche, ¿Estaría él molesto conmigo por eso?... Pff pero qué mierdas estoy pensando, claro que no iba a estarlo, no es como que estuviera al pendiente de mí toda la noche, no me dedico nisiquiera una mirada a los ojos... Y vaya que la busqué.
Estaba comenzando a asquearme, porque esos pensamientos tendían a ser más recurrentes conforme pasaban los días, y así del sábado pasamos al jueves por la noche y de ahí al viernes por la mañana. Me estaba convirtiendo en un esclavo de mis pensamientos, la semana ya había dado vuelta y yo solo podía imaginar cuántas veces ya habían tenido sexo aquellos dos, pensando en lo mucho que se querían... Pensamiento tan repugnantes que me quitaban el hambre y mellaban mi descanso.
No fué hasta las dos de éste viernes que recibí un mensaje de Sole, una amiga de mi hermana. Volverían de la luna de miel en unas semanas y me encargó pasarme por la casa de Mattew para limpiar porque no podría hacerlo ella. Sinceramente no quería, estar ahí me traía recuerdos muy amargos, pero cuando ví la ridícula cantidad que estaba dispuesta a pagarme, yo acepte, igual una plata extra nunca venía de más. Así que con muchos limpiadores con aroma a limón me estacioné frente a ésa estúpida residencia.
Bajé en silencio y con el alma en la garganta, solo era cosa de dar un par de vueltas en la próxima semana y listo, me pagarían por hacer lo mismo que hago en mi departamento... Y además estaría solo, igual no tengo porqué ponerme así... Entrando a la casa donde se albergaban las memorias más tristes...
Saqué todo el aire que llevaba en los pulmones, debía ser fuerte, la vida era así, de ésto se trataba, subidas y bajas. Con éste pensamiento tomé las llames y tire de la puerta para entrar, con bolsa de trastos de limpieza en una mano y el manojo de llaves en la otra. Y con todo y todo, cuando ví lo que me recibía dentro ambos terminaron desperdigados por el piso en un segundo.
—... Pero qué carajo...—
—¿Eh? ¡Ah hola, así que tú eres... ¿Sole? ¿El que viene a limpiar?— Frente a mí habían dos pectorales tan tensos por el ejercicio que seguramente el extraño había estado haciendo... Que alguien me explique porqué carajo hay un mamado sin camisa que no conozco, en la casa de Mattew...
—¿Quién eres tú y qué haces aquí?...—
—¿Yo? Eso debo preguntarlo yo precioso— ¿Qué verga dijo?
—Si, yo soy el que viene a hacer limpieza... Y me llamo Andrew, no precioso— Fruncí el ceño, pero el sujeto ni se inmutó, de echo se estaba acercando... Ay no se estaba acercando...
—Si si, porsupuesto. Precioso. Soy Judas, un amigo del dueño, me pidió cuidar la casa...— Dió tres pasos largos, porque sí él imbécil medía como 30 centímetros más que yo, antes de comenzar a invadir mi espacio personal.
—Si bueno, veo entonces que la casa está bien cuidada... Así que yo me retiro y...—
—No, espera— El tipo a casi treinta centímetros de mí me tomó de la espalda para evitar que me fuera y grandísimo idiota ¿Porqué me tocaaaa? Es más ¿Porqué no me salgo de la casa y ya?... Esperen, me llegó un deja vú.
—¿Tu eres el...?—
—Oh dios mío, eres el nene de la fiesta ¿Cómo no reconocí esas piernita antes?—
—¿Qué? Oye oye, no te estés confundiendo, aléjate de mi— De un empujón lo suficientemente fuerte lo aparté —No te me vuelvas a acercar ¿Oíste?—
Pero parecía como si el imbécil no quisiera entenderme, porque aunque yo continuaba apartándolo de mí, el me mantenía apretado con su pinche mano en mi espalda.
Una pequeña batalla de miradas comenzó, con Judas tastabillando unos segundos antes de regresar sobre sus pasos aún mirando al rostro a Andrew —Las... Cosas de limpieza están en la habitación debajo de las escaleras, en aquella puerta— Judas hizo un mojin extraño, intentando sonreír pero notablemente incómodo por el rechazo. Señaló una puerta de madera negra y tomó una pequeña toalla del sofá para desaparecer por el pasillo —Solo grita si necesitas algo—
—... Bien...— Y no mentiría si dijera que la incomodidad había llegado solo para Judas, también Andrew quedó no sabiendo qué gesto colocar, no estaba acostumbrado a recibir la atención, y rechazarla era otra cara de la moneda...
Las horas solo pasaron, Judas permaneció en la planta alta jugando en la habitación de Mattew, de vez en cuando bajaba a la cocina por zumos o frituras, y Andrew terminó su labor antes de lo que esperaba, para su sorpresa, al parecer Judas había estado limpiando en el tiempo que llevaba de semana.
Andrew avanzó escaleras arriba una vez terminó la labor y guardó los utensilios de limpieza. Aún podía oír los grupos de la campaña de juego del castaño en la habitación principal. Solo avanzó, tomó el pomo y sin previo aviso entró.
—... Ya terminé, debo irme—
—Ya chicos, debo irme— Judas volteó, dejando de inmediato el control del juego, por las bocinas aún se escuchaban quejas por la retirada del mayor, pero igual éste le sonrió amable a Andrew.
—Te puedo invitar a comer— El menor se dió por aludido, pasando de la invitación, más que nada porque necesitaba volver a casa... No como necesidad activa pero sí lo quería demasiado.
—No no, yo, comí antes de venir acá— Pero su mala suerte salió a flote y gracias al trabajo que le llevó la mañana, se quedó sin combustible y las tripas le decidieron rugir en ése momento. Las mejillas se le tiñieron de rojo.
—Ppff ¿Estás seguro?—
—Ehh si, no quiero, y no tengo hambre ¿Ok? —
—Bueni, igual no estaba preguntando, vamos, limpiar ésta ridículamente enorme casa es muy cansado, debes querer comerte una vaca—
—Que ya te dije que no— *Pero Judas igual no lo escuchó, solo caminó en su dirección pasando a colocarse una sudadera sobre su torso desnudo, y tiró de el por la muñeca escaleras abajo.
—Conozco una cafetería que prepara los mejores waffles de la ciudad, ¿Te gustan cierto?—
Andrew sólo viró los ojos, y aunque internamente deseaba con locura comer algo calentito, tenía mucho tiempo que no comía waffles... De echo, el último en prepararle waffles había sido... Mattew, después de ésa noche... —No, de echo no me gustan los waffles—
Judas se giró en su dirección preocupado por el drástico cambio de tono que Andrew usó. Pero lo pensó unos segundos, seguro suponiendo que era cosa de niños y no le tomó importancia —Estoy seguro que tienen todo un menú que seguro sí te gustara— Judas le brindó la sonrisa más cálida que Andrew pudiera haber visto... Era mucho más cálida que la sonrisa de Mattew... Bueno, tampoco era que Matt sonriera muy seguido, de echo, era muy arisco y cerrado, se preguntaba qué le pudo haber visto cuando se enamoró de él.
—Ven sube, no queda muy lejos de aquí— En segundo se perdió en un sus pensamientos y cuando se percató estaba en el estacionamiento, y frente al auto blanco de Mattew ¿Se lo había prestado?
—¿Te deja usarlo?—
—Eeh... Realmente no, pero varias veces chocó el mío haciendo el imbécil, por lo que de acuerdo a la ley Ojo por ojo, sé que puedo usarlo— Judas volvió a sonreír ¿Por qué su sonrisa es tan diferente? Tan... Inocente...
—Bien... Pero tú pagarás la cuenta— Y por primera vez desde hacía mucho tiempo, Andrew se permitió bromear y olvidar por un segundo todo la mierda que llevaba encima. Bromeó y cuando Judas se rió él también lo hizo, no tenía porqué estar amargado todo el rato ¿Cierto?, Porque éso era lo que la cálida sonrisa de Judas le estaba pidiendo a gritos...
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